miércoles, 25 de enero de 2017

Momentos alegres

Cuando llega el momento de la muerte nos llevamos con nosotros un montón de momentos alegres, y otros tristes o conflictivos. Yo pongo mi empeño en llevarme más de los primeros. Para ello tengo que reconocerlos y saborearlos en el mismo momento que se presenten. Y estar atenta para que no se me escape ninguno.
Todos tenemos esos especiales momentos, de alegría y de armonía, son regalos que nos indican el para qué de la vida: para disfrutar, para agradecer.
No tienen nada que ver con que estemos o no bien de salud, o con que nos vaya mejor o peor la economía. Cuántas veces la gente que pasa por procesos difíciles nos da lecciones de optimismo y de saber vivir.
El momento de alegría se presenta a cualquier hora, en cualquier circunstancia, siempre que somos capaces de dar gracias por todo lo que nos sucede, porque siempre podemos ver el lado bueno, el gesto cariñoso, la cara amable o la botella medio llena, no medio vacía. Todo es cuestión de actitud.
Quizá el secreto está en saberse en, no fuera de, es decir, si tenemos conciencia de pertenencia o filiación divina, eso nos hará experimentar burbujas de alegría hasta en los momentos que se supone debían ser tensos o problemáticos.
Aceptar personas, situaciones, sin condiciones, bendecir lo que va llegando con la seguridad del que se sabe amado sin límites. Cualquier prueba por la que pasamos viene de parte de Aquel que nos ama.

Cada día atesorar momentos alegres. Que no se me olvide.

1 comentario:

Fr. Simón dijo...

Saberse en gracia. O sea en buena relación íntima con ese Dios interno y lo mejor posible con los semejantes

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