Todo en la vida es fruto de una llamada. Se nos llama porque se cuenta con
nosotros. Por ejemplo, es una llamada: conviértete y cree. En qué tenemos que
creer, en la bondad y en el amor, para poder sacar la mejor versión de nosotros
mismos.
Se nos llama a nacer y a morir, a gozar y sufrir, a una familia, a un
trabajo, a una misión, a una contemplación, a una mayor consciencia.
Y porque somos llamados a nacer, nacemos. La llamada precede a todo cuanto
hacemos. Si nos sentimos impulsados a iniciar cualquier tarea es porque se ha
pronunciado nuestro nombre.
Es importante y relajante saber que nosotros no podemos estropear nada, que
vivimos inmersos en una perfección a la que nuestros desatinos no alcanzan.
Somos habitantes, Hijos, del gran Misterio del Amor-que-solo-sabe-Amar, y
ahí estamos porque se nos ha llamado.
Soy convocada a participar del gran milagro de la vida, dentro de un cuerpo,
un espacio y un tiempo, un contexto determinado. Si soy consciente de esta
convocatoria única, la experimento con alegría emocionada y con pasión.
Cuando mis deseos emprenden su vuelo es porque he escuchado esa voz que
dice mi nombre y me invita a soñar, que toca mis entrañas y me abre los ojos a
la nueva vida, a la nueva luz de la mañana.
No existe la posibilidad de ir sin ser convocados. Por eso, respetemos el
proceso particular de cada uno, no queramos forzar los destinos. Todo ocurre a
su tiempo, no antes.
No pretendamos manejar los hilos, dejemos todo en manos de quien ya está:
Aquel que nos envuelve con su ternura y delicadeza inmensa.
Voy a estar atenta para poder escuchar todas las llamadas que me van
abriendo caminos en el océano infinito en el que me muevo.
Voy a prepararme para responder con un Sí
Quiero en cada momento a mi enamorado.
2 comentarios:
Todo ocurre a su tiempo. Respetemos los procesos de cada uno. Gracias Conchi por tu reflexión
Todo ocurre a su tiempo. Respetemos los procesos de cada uno. Gracias Conchi por tu reflexión
Publicar un comentario