domingo, 7 de agosto de 2016

Pruebas



Tengo pruebas del enamoramiento divino. La principal, por supuesto, el cariño de todos los que me rodean, pero hay otras.
Hay una tierra increíblemente bella que me ha dado como regalo y ha puesto a mis pies. Y un horizonte infinito para que yo recree mi mirada en él. Y un techo de estrellas de luz.
También hay una foto de manos entrelazadas que me está diciendo que alguien “me protegerá y me defenderá durante el camino”. ( Josué 24,17).
Y luego, innumerables y aparentes casualidades que me indican caminos: personas, consejos, lecturas, sonrisas, enseñanzas, paisajes.
Quien no pueda creer que a mí se me hayan dado tantas pruebas que mire dentro de sí para ver si encuentra las suyas. Se necesita una mirada atenta, dispuesta a descubrir aquello que no se ve pero se manifiesta en todo cuanto sucede.
Cómo compaginar estas palabras con los conflictos que nos amenazan cada día, porque también el dolor existe, también la enfermedad y las injusticias, los atentados, el maltrato, el temor, la rabia, el odio.
Pero siempre en medio de las mayores tristezas, en nuestro interior más profundo y silencioso, resuena un “te amo”, “estoy contigo”. Porque en el mismo sufrimiento está la sanación y el cuidado amoroso. El más necesitado es el más favorecido, como sucede con los hijos.
El enamorado se vale de todos los caminos para llegar al amado. Todos son válidos.
Decía S.Weil que en la alegría o en la tristeza, lo único que importa es el contacto con Dios.
En los momentos buenos y en los no tan buenos seguiré proclamando y agradeciendo las pruebas que se me dan de un amor infinito.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esa foto nos dice mucho a los que te queremos, hormiguita.

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