miércoles, 8 de junio de 2016

Dichosos



Necesito una actitud de asombro y respeto ante la vida. Unos ojos nuevos para ver y admirar, para no andar dormida o distraída.
Necesito que mi mirada sea la de una niña que descubre y se emociona. Quiero vivir en clave de amor y reverencia.
No es tan fácil introducir este matiz en mi jornada diaria, porque a fuerza de repetir acciones, ya no les doy importancia, no las valoro: levantarme, comer, limpiar, organizar mis horarios. Y al día siguiente otra vez lo mismo.
Cómo hacer para sentirme viva dentro de la vida. Quizá entrar en la entraña de todo lo que me sucede y eso es un aprendizaje continuado e inacabable.
El misterio vive en mí y me acompaña, me abre el corazón en cada momento, me organiza o desorganiza la vida convenientemente para que yo aprenda. Yo construyo mi vida en un dialogo continuado con él, aunque ya sé que no está ahí fuera sino que está totalmente en mí o yo totalmente en él, por decirlo de alguna manera.
Todo me sirve en el camino, todo me lleva a tomar consciencia de él/ella. Todo es don, regalo infinito para la pequeña criatura humana que soy. Todo es ayuda y es gracia.
Voy de la mano de mis Maestros personales, tengo muchos, y de Espíritus buenos que me guían. Y aunque yo no me dé cuenta, ellos me seguirán guiando, es su misión y la cumplen.
Por eso puedo entonar un canto de bienaventuranza: Dichosos los que van necesitados por la vida, porque verán saciada su necesidad, los que van hambrientos de amor porque se les alimentará.
Dichosos los que van sembrando confianza a su alrededor porque ya disfrutan del mayor de los regalos: sentirse persona humana a la vez que divina.
Dichosos todos los nacidos porque forman parte del Misterio divino que se manifiesta en ellos.

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