Lo que sale del corazón vuelve a uno
mismo como un boomerang, por eso cuidado con lo que sentimos y expresamos. Si
de tu boca salen escupitajos, esos van a llegar directamente a ti y te van a
ensuciar. Así como el único perdedor con tus actitudes ofensivas eres tú, el
gran beneficiado con la expresión de afecto sincero eres tú. Si esto lo
tuviéramos claro, nos apresuraríamos a elegir siempre la actitud que tiene
mejores consecuencias.
“Saca fuerza de la gracia que has
recibido.” (2Tim 2). Esa buena energía interior siempre la podemos utilizar
porque nos acompaña las 24 horas, la hemos recibido y es nuestra esencia. Lo
que pasa es que pensamos que el premio está en la llegada a la meta y no en nuestro
mismo caminar.
“He aprendido que todo el mundo
quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la felicidad está en la
forma de subir la escarpada.” (García Márquez).
Lo sepamos o no estamos
estrechamente unidos a todo, somos creación con la creación, materia con la
materia, luz con la luz. Nuestro espacio es sagrado, en nuestra forma de mirar
y de caminar está la clave para ser conscientes de ello y disfrutar.
Tendremos que ir eliminando eso de
andar continuamente preocupados por lo que nos pasará. “Los que no conocen a Dios
se preocupan por todas esas cosas, pero vosotros tenéis un Padre celestial, que
ya sabe que las necesitáis.” (Mt 6, 32). Decimos que confiamos. Pues que se
note.
No sabemos si la naturaleza, los
astros, los seres inanimados sienten agradecimiento, esa puede ser nuestra
aportación a este grandioso universo, prestarle nuestra visión agradecida, para
eso hemos sido llamados, y para eso respiramos y nos formamos diariamente.
En esta cadena infinita de amor,
nadie vivirá por mí, nadie hablará por mí. Soy un eslabón más, tengo mi
oportunidad bajo las estrellas, dejo a un lado mis miedos y, de nuevo, me pongo
en camino.
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