Quiero formar parte de la
humanidad que no queda atrapada en tensiones o en desencantos, porque me queda
mucha faena: labrar, sembrar, preparar y cuidar mi terreno. Respirar aire puro
que oxigene mis células, un aire que me entre por las manos y por todos los
poros de mi piel. Necesito un espíritu abierto, un cuerpo consciente, en ello
me empeñaré todos los días.
Y si tengo retrocesos o
estancamientos, los aceptaré poniendo mi mirada en mi cielo interior que
siempre me da sentido.
“Por qué quieres nadar siempre en
las aguas estancadas y llenas de barro, que son los sufrimientos, también hay
otras aguas calmadas y cristalinas que son tuyas.” Es decir, podemos
estancarnos en nuestros problemas, pero también es nuestro ese océano de calma que
llevamos dentro y nos llama a sumergirnos en él.
Si nos situamos en un horizonte
infinito de amor, percibimos el mundo de diferente manera, los sufrimientos que
nos acompañan, siendo los mismos, nos afectan menos.
Al final, como dice Susan Vogt:
“Menos cosas y menos problemas, han abierto espacios para vivir con más alegría
y significado.” Si acumulamos menos cosas y menos sentimientos negativos, dejamos
el espacio abierto para vivir de otra manera. Añade ella: “Finalmente, estoy en
una peregrinación espiritual”.
En esa misma peregrinación estoy
yo, por eso me sirven todas las señales indicativas que voy experimentando,
leyendo, observando. Todo va en la misma dirección, que es alimentarme y limpiarme
la mirada, todo vale para formarme. Esa formación es inacabable y va unida a
cada pequeño detalle de cada jornada, experimentado como éxito o fracaso,
ganancia o pérdida.
Animo a otros a peregrinar con
conciencia y con un fondo de emocionado agradecimiento.
1 comentario:
Gracias, hormiguita.
Publicar un comentario