Leemos noticias terribles de la
situación del mundo, vemos imágenes espantosas, nos cuentan tragedias que ni
nos podemos imaginar desde nuestro confortable hogar. Nos gustaría actuar,
ayudar, pero no sabemos qué hacer frente a tanta violencia.
El secretario de Estado Vaticano,
Pietro Parolin, ha propuesto la “ofensiva de la misericordia”. Nuestro esfuerzo
se debe centrar en dar testimonio de amor y poner paz en nosotros y a nuestro
alrededor. Porque querríamos solucionar los grandes problemas, pero nuestro propio
terreno no lo tenemos limpio y siempre le echamos la culpa a los demás.
No hay mejor acción que ser
misericordiosos, empezando por nosotros mismos: aceptarnos para poder aceptar a
los demás, perdonarnos para poder perdonar y amarnos, para amar. Sembrar
nuestro terreno de semillas con olor a optimismo y confianza. Ir por la vida de
cara, sin dobles intenciones, poniéndonos sinceramente en actitud compasiva y
servicial.
Realmente, yo solo puedo actuar en
mí misma y en lo más próximo. En mi barrio y mi ciudad hay mucha gente que
necesita ayuda de todo tipo, desde económica a afectiva.
Para colaborar en este ataque de
misericordia nos hace falta salir de nuestro estado de comodidad y confort, y
colocarnos como peregrinos junto a nuestros hermanos, atendiendo a las
necesidades que llegan a nuestra puerta. Mirar, escuchar, tocar, abrazar: es
una opción de vida.
Para todos los conflictos en los
que no podemos actuar, enviar nuestra oración y nuestros deseos de paz y
armonía. Las oraciones son cauce de bendiciones y siempre llegan a su sitio,
porque en el corazón divino no hay distancias ni fronteras de ningún tipo.
Nuestra ofensiva de misericordia
será ponernos en marcha cada día como hermanos, para “preparar el camino al
Señor”, como dice la canción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario