Me apunto a ser de los que están
reconciliados consigo mismos. Es una faena que me va a durar toda la vida, me
tengo que preparar a fondo para llevarla a cabo. En ningún momento puedo
relajarme pensando que ya lo he conseguido.
Para ello tengo que perdonarme,
aceptarme y ser amable conmigo misma. Abandonar todas las palabras negativas:
no sirvo, no lo he hecho bien, tengo la culpa. Tratar con cariño mi cuerpo, mi
mente y todas las manifestaciones de mi persona. Borrar las autocríticas que me
coartan y empequeñecen. Espero no quedar atrapada en patrones de conducta que
me perjudican y me quitan visión.
Independientemente de lo que me
suceda, puedo hacer que la vida sea fácil o difícil para mí. Puedo apostar por
enredarme en tensiones o puedo trabajar mi propio espacio de armonía y
libertad.
Para ello tendré que introducir
cambios. Dice Einstein: “Locura es hacer
una y otra vez lo mismo y esperar resultados diferentes”.
La vida se recorre momento a
momento, a veces son pasitos cortos, a veces retrocesos. Sabemos que es así
cuando intentamos aplicar consciencia a lo que hacemos y ver luz en el camino.
Entonces vemos que todo nos sirve. Todo está puesto ahí para aprender, para ver
cómo lo gestionamos internamente.
Me esperan vaivenes y altibajos,
la vida no es lineal. Lo importante es que tenga las ideas claras de cuál es mi
meta o qué es lo que me mueve.
Dice Merton: “Las cosas que están en la superficie son nada, lo que está en lo
profundo es lo real. Somos criaturas del Amor.” De ese Amor que nos guía,
nos da lo necesario y vela por nosotros con ternura infinita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario