domingo, 14 de octubre de 2012

Dentro está el mundo


Ver la vida como regalo y saborear todos los gestos de amor hacia mi persona.

En este camino infinito en el que me muevo, mi tiempo se ha vuelto mi aliado, mi espacio se ha ensanchado porque no solo abarca lo que se ve sino también aquello que es invisible pero es lo esencial en mi recorrido personal por el universo.

Junto con la vida se me regala libertad. Soy libre para recibir el amor, en cualquier circunstancia, y también para regalarlo. De este modo, se me concede colaborar en el proceso de la Creación, desde mi casa. Porque yo construyo el mundo con cada respiración, con cada intención, con cada gesto.

Como todos los seres humanos, yo también he sido pensada para formar parte de un proyecto infinito, que engloba todo lo que me rodea. Para ello, mis necesidades son atendidas hasta el más mínimo detalle.

Vivo a la sombra y sigo los pasos de las grandes personas que son mi modelo: mis maestros. Y el farolillo que tengo encendido en mi noche es la fe.

¿Cómo transmitir esta sensación de plenitud? ¿Cómo decir al mundo que ese Ser al que solemos llamar Dios, en ningún momento es un extraño, sino que es mi Amigo y habita en mí?

¿Cómo comunicar serenidad en un mundo alterado y en ambientes crispados? ¿De qué manera enviar a paseo aquello que empaña nuestros espacios más limpios?

¡Algo habrá que hacer para que triunfe la alegría!

El primer paso: desde la radical humildad de saber que todo se nos da, y desde el reconocimiento de nuestra debilidad, tratarnos con cariño a nosotros mismos. Querernos y mimarnos. Porque dentro de nosotros está el mundo, todo entero: personas, relaciones, asombro, risas y tristezas, estrellas y noche oscura. Todo lo abarca nuestro inmenso corazón. Cuidémoslo. Hagamos una declaración de amor hacia nosotros mismos. ¡Hay tanta perfección en cada célula!, ¡Hay tanta profundidad en cada mirada! ¡Y tantos momentos mágicos!

El segundo paso se da por añadidura, porque lo que potenciamos en nosotros se vuelca en el mundo de modo natural. Por tanto, podemos decir que nuestro principal campo de acción somos nosotros.

“Cualesquiera que sean las circunstancias de tu entorno, este se compone de un mundo interior y de un mundo exterior: el mundo exterior es aquel en el cual tu vida se compromete en la acción y la interacción; el mundo que albergas en tu interior determina tu felicidad o infelicidad”. (Yoganandas).

Abracemos nuestra vida, cuidemos nuestros proyectos, no desesperemos en los momentos duros, dancemos nuestra danza a la luz de nuestras estrellas, a la par de la naturaleza, y confiemos a muerte en todo momento.

No somos un cascarón vacío, sino la casa de Alguien. Experimentemos que:

no estamos solos

no estamos solos

¡no estamos solos!

                                                                       

1 comentario:

Anónimo dijo...

No somos un cascarón vacio. ¡No estamos solos!

Gracias por recordarnoslo.

Te quiero mamá.

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